viernes, 27 de marzo de 2020

El cierre de El Puyero: 30 empleados, 60 caballos de picar y 10.000 palés de banderillas sin destino

"La situación es de ruina total. A ver qué pasa con esas ayudas que anuncia el Estado", dice José García invocando un rescate para las pymes que giran en torno al sector y de las que nadie se acuerda.


 La epístola pidiendo ayudas a Cultura que firmaron a una todos los estamentos del mundo del toro ha sido el asunto de los últimos días. Mientras, el avance incontrolado del virus de la corona continúa asolando el país. Y esquilmando, como dura enfermedad concomitante, la economía del sector taurino, que no empieza ni termina en ganaderos, organizadores de espectáculos, toreros y cuadrillas.

 El COVID-19 ha dejado en cuadro a muchos pequeños y medianos empresarios cuyas actividades orbitan en torno al toreo pero, como los sastres taurinos, no cuentan en las peticiones de ayudas. Como José García 'El Puyero', al frente de una empresa que presta servicios de cuadra y nutre de puyas y banderillas a la práctica totalidad de los festejos taurinos que se celebran en España. Desde la corrida de Illescas del pasado 8 de marzo, "la situación es de cese total de la actividad".

"He tenido que cerrar la empresa. Si no se dan corridas, ¿para qué otra cosa van a necesitarse caballos de picar, puyas y banderillas?", dice José, que durante la temporada da empleo a una media de entre 20 y 30 personas. Ahora, tras el largo y ayuno invierno taurino, su cuenta de pérdidas crece de forma estratosférica: "Sinceramente, me da miedo poner este caos en números. No hay ingresos en el horizonte y los gastos no cesan. La fábrica está cerrada, pero la finca requiere un mantenimiento: tengo más de 60 caballos que tienen que comer todos los días y tres empleados dedicados a su cuidado que también tienen que cobrar a final de mes".

Con "Illescas, Valdemorillo y algún festival suelto" como únicos ingresos las cuentas no salen. Ni siquiera para compensar la inversión en materiales realizada para afrontar la demanda habitual del ciclo taurino: "Tengo un stock de 10.000 palés de banderillas que, si esto no se reactiva pronto, se va a quedar ahí. No puedo recuperarlo. A diferencia de otro tipo de suministros, que se envían a tienda y se pagan a 90 días, esto se cobra al final del festejo, cuando las banderillas se han utilizado. Así que no hay forma de cobrarlas".
 
"La situación es de ruina total. A ver qué pasa con esas ayudas que anuncia el Estado", dice invocando un rescate en tierra de nadie. Fuera del listado de actividades que pueden acogerse a la línea de financiación para Pymes aprobada por el Gobierno, Cultura es el último cartucho: "La fabricación de puyas y banderillas no deja de ser una actividad artística y cultural. Hay que tener en cuenta que el destino exclusivo de lo que estamos fabricando son los espectáculos taurinos, que están dentro de Cultura".

La mirada al fin del confinamiento, con el bicho oriental apuntillado, tampoco es precisamente un alud de optimismo: "A ver quién quiere ir a los toros con el país que esto va a dejarnos. La gente primero tendrá que comer y después, si sobra, algunos podrán permitirse volver a las plazas. Espero que, por lo menos, salgamos de esto con salud".

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